domingo, 18 de febrero de 2007

Iglesia,Homosexualidad, puntos convergentes.

El domingo pasado Domingo 11 de febrero de 2007
Reforma en su suplemento semanal Enfoque publicaron el caso de un sacerdote que está siendo sometido a juicio por las autoridades eclesiásticas por haber escrito un libro donde da una nueva visión sobre el homosexualismo y el catolicismo.El padre Lugo Rodríguez hace una cosa que pocos se hubieran atrevido;ya que como sabemos,para la Iglesia la homosexualidad es contra-natura y pecado mortal (cosa más abyecta y tonta no puede hacer la Iglesia).

Pero al final nos brinda una reflexión y nos hace dar cuenta que no todos los sacerdotes son tontitos y sin el mas mínimo respeto a los derechos individuales.

Transcribo esa parte.

Lugo cita:
"Yo pecador y presbítero,pido perdón a mis hermanos y hermanos homosexuales,en nombre mío,en el nombre de otros muchos presbíteros y en el nombre de la Iglesia Católica de la que formo parte desde mi bautismo. Pido perdón porque no he sabido apreciar el don del cuerpo y de la sexualidad,porque he puesto reparos al placer y lo he considerado algo bajo,sucio y despreciable,porque he preferido seguir a San Agustín de Hipona en lugar de fijar mis ojos en Jesús de Nazaret.
Pido perdón porque me he asociado a quienes discriminan a las personas homosexuales,he escuchado en silencio y hasta he contado algunos chistes que los degradan.He tolerado que se hable de ellos con desprecio y se les catalogue con epítetos humillantes.He sentido temor de ser visto en público acompañado de alguna persona abiertamente homosexual.
Pido perdón porque no he abierto espacios para las personas homosexuales en el seno de las parroquias en las que he servido porque me he callado ante seminaristas gays que han sido expulsados del seminario por esa única razón,porque me he guardado en privado mis opiniones acerca de ka cerrazón de la Iglesia respecto a los homosexuales en lugar de abrir un debate público que tanta falta hace a la comunidad cristiana.Pido perdón porque no he sabido valorar y apreciar la entrega de tantos catequistas,ministros y servidores homosexuales que hay en nuestras iglesias,porque he bajado la voz hasta hacer un murmuro de corrillo en las reuniones de presbíteros,cuando habría debido elevarla para hablar de los homosexuales en la Iglesia.
Pido perdón porque en el sacramento de la confesión no supe decir una palabra que alentara los corazones de mis hermanas y hermanos homosexuales,blandí sobre ellos el látigo del castigo en vez de abrirles los brazos y animarlos a ser fieles a Dios en la orientación sexual que han recibido,porque me negué a bendecir las casas de quienes se habían atrevido a desafiar a la sociedad viviendo juntos,porque no quise bendecir unos anillos que iban a simbolizar una unión fiel y permanente.
Pido perdón porque he mirado con desconfianza a las personas homosexuales y he creído que la única motivación de sus acciones era la búsqueda de sexo,porque he permitido que con ligereza se hiciera una identificación entre perversión y homosexualidad,pederastia y homosexualidad,desenfreno y homosexualidad,sida y homosexualidad.
Pido perdón porque he compadecido a muchos padres de familia con hijos e hijas homosexuales, en lugar de ayudarlos a descubrir que ésa era su riqueza que Dios les regalaba al hogar para permitirle ser casa de amor,de tolerancia y de respeto a las diversidades.Pido perdón porque les recomendé que llevarán a sus hijos a terapias psicológicas para que se hicieran "hombres" o "mujeres" de verdad.
Pido perdón porque he pasado de largo frente al sufrimiento de tantos presbíteros homosexuales que he conocido a lo largo de mi vida,porque los juzgué duramente cuando supe que mantenían relaciones íntimas con otras personas,porque no me acerqué a ellos solidariamente cuando tuvieron que padecer sanciones y censuras a causa de su orientación sexual.
Pido perdón porque me he apoyado en la posición discriminatoria que la Iglesia mantiene como composición oficial en lugar de contribuir a su desmantelamiento solamente para no arriesgar mi prestigio y mi fama.
Hoy pido perdón a Dios por no haber aprendido la vieja lección que desde la cruz nos dio su Hijo amado,la lección del amor sin excepciones y sin condicionamientos.Y pido perdón a mis hermanos y hermanas homosexuales porque pude haber hecho mucho mucho más para pugnar por su plena anticipación e la vida de la Iglesia,pude haber derribado más barreras,pude haber sido más audaz.
Yo,pecador y presbítero,pido perdón


Es por demás buena esta reflexión que viene de un sacerdote,tal vez estos sí puedan encaminar a una mejora a esa Iglesia que se niega a vivir en la realidad,es hora de que una de las instituciones más grandes del planeta se de cuenta que la orientación no te hace peor o mejor persona.
Parece que esos señores que se sienten los enviados de Jesús olvidan el más grande de sus mandamientos "Amense unos a otros como yo los he amado"

2 comentarios:

Funes el memorioso dijo...

La iglesia Episcopla en los EEUU tiene ya obispos homosexuales y aunque no pueden ofrecer una ceremonia de matrimonio a parejas de homosexuales si hacen ceremonias de bendición (que para el caso es casi lo mismo, es casi la misma ceremonia pero con otro nombre), hace un par de días en una reunión de obispos Anglicanos de todo el mundo se les pidió que dejaran de ordenar obispos homosexuales y que dejaran de hacer ceremonias de bendición, pero graciosamente no les pidieron que quitaran a los obispos homosexuales, es decir, lo hecho, hecho está.
No se sabe aun si harán caso o se arriesgarán a que la iglesia Episcopal de los EEUU quede separada de la comunión Anglicana (un cisma ni mas ni menos), pero de que se han comportado de forma valiente lo han hecho.

kytaro dijo...

Creo que lo que comentas es parte de una adaptación mas que clara a las cosas que no se pueden negar.El que parejas del mismo sexo puedan unirse,si así lo desean,por su religión es su derecho.Ya no debe haber cerrazón mental.

Saludos.